Antes de 1800 la escuela madrileña de construcción de guitarras adquiere una entidad propia, impulsada por un núcleo de guitarreros que tendrá una gran consideración profesional hasta entrado el siglo XIX, como explica el conocido cronista de Madrid Ramón de Mesonero Romanos (Manual Histórico-Topográfico, 1844).
Las ordenanzas de los guitarreros/violeros de Madrid, que datan de 1578, estaban hacia 1800 en decadencia (el sistema gremial general fue abolido legalmente en 1834). Como dice Mesonero, las ordenanzas habían oprimido el comercio y la creación en la construcción de las guitarras. El cronista señala también “el lustre” de la guitarrería madrileña de fines del s. XVIII y comienzos del XIX, alabando a los guitarreros que tenían sus talleres en las dos calles de nombre Majaderitos, la Ancha y la Angosta (la Ancha es hoy el callejón de Cádiz, muy próximo a la Puerta del Sol; la Angosta ha desaparecido en las remodelaciones del barrio).
En estas guitarrerías madrileñas de renombre se adopta el sistema de varetaje en abanico de la escuela andaluza, el diapasón de resalte y se reforman el puente y otros elementos en el interior de la caja para mejorar el sonido y la afinación. Entre otros cambios, al parecer también en Madrid, se produjo el paso de 6 órdenes dobles de cuerdas a 6 cuerdas simples, las que tiene la guitarra moderna.
Entre los guitarreros destacados de la calle Majaderitos estaban, entre otros, Juan Moreno (una de sus guitarras se presenta en esta exposición), Lorenzo Alonso, Juan y Manuel Muñoz, Josef Furnieles o Manuel Narciso González (del que se conserva una guitarra en miniatura en el Museo de Historia de Madrid).
La enorme difusión de la guitarra como el instrumento más tocado -y más construido en esa época, y en las anteriores y posteriores- se hizo visible también en la iconografía musical, por ejemplo en la obra de Goya y sus contemporáneos, o en muchas grabados de fines del s. XVIII y principios del XIX.