En todas las ciudades hay lugares que atraen al fotógrafo como un imán, dándose la coincidencia de que varias personas plantaron su cámara en él, para retratar exactamente lo mismo, con únicamente una diferencia temporal.
Y si no disponemos de la misma vista, es cuestión de coger tu cámara e ir a retratar lo que otros plasmaron antes que tú. Sólo hay una condición: ponerse exactamente en el mismo lugar y afinar con la óptica.
Por ahora hemos visitado la calle Bailén, aunque nuevos espacios se sumarán en breve a estas ventanas al pasado.