En 1908 el consistorio de Madrid renovó su flota de vehículos para poder transportar la carne cumpliendo ciertos requisitos de salubridad e higiene. Varias personalidades posaron, perfectamente arreglados, sin que a nadie le faltase su correspondiente bombín, bigote y gabán ante uno de los flamantes coches. Estos no guardaban dudas de su función y propiedad: «Ayuntamiento de Madrid-Matadero».