A orillas del paseo del Prado, y muy cerca de la fuente de Neptuno, nos encontramos en la actualidad con la plaza de la Platería Martínez, una recoleta esplanada con varias terrazas para disfrutar de un agradable alto en el camino. Sin embargo, en este revelador documento tenemos la oportunidad de admirar el edificio que le dio nombre y que, ya hace mucho, fue derribado.
El origen de este taller lo tenemos en la figura de Antonio Martínez Barrio, un platero aragonés que se formó como orfebre en ciudades como Londres o París. El rey Carlos III le encargó varias piezas a título personal y, quedó tan maravillado con su trabajo que decidió impulsarlo con la construcción de este taller, en 1778, que abasteciese a la Casa Real con sus objetos de lujo. Al fallecimiento de Antonio Martínez, en 1798, sus descendientes tomaron las riendas de la empresa.
Después de cesar su actividad como taller de orfebrería y grabado, este inmueble albergó otros negocios, como el diorama de Louis-Jacques Daguerre. Finalmente, el edificio fue derribado a principios del siglo XX, poco después de realizarse esta fotografía, pero en su recuerdo se decidió mantener el nombre, como plaza de la Platería Martínez, así como una fuente que replica el estilo neoclásico que exhibía la desaparecida fábrica.