Apabullante. Así se destapa Madrid en esta maravillosa captura del fotógrafo Virgilio Muro tomada en 1928. Ante nuestros ojos, y congelado en el tiempo, el inicio de una calle de Alcalá que presumía de acoger a varios de los edificios más espectaculares de la capital, como la sede del Banco Bilbao, levantada según los planos del arquitecto Ricardo Bastida y Bilbao y coronada por dos impresionantes cuadrigas. En este documento se aprecia su color original, dorado, ya que años más tarde se pintarían de negro para dificultar que fuesen un punto de referencia en los bombardeos de la Guerra Civil.
A ras de suelo, unas aceras repletas de gente y vida junto a un río de tráfico formado por tranvías, coches simones y toda suerte de vehículos. Madrid, paso a paso, iba logrando dejar atrás esa etiqueta e imagen de pueblo sencillo para ir equiparándose, gracias a la mejora en infraestructuras y logros arquitectónicos, a las principales urbes europeas como París o Londres.