Mucho ha cambiado el entorno del puente de Toledo en el último siglo. Por allí, a comienzos del XX, se extendían varios de los asentamientos más duros y humildes de Madrid: el barrio de las Cambroneras y el de las Injurias. Algunas fotografías antiguas nos hacen a la idea de penosa vida en estas barriadas. Por ejemplo, Benito Pérez Galdós, para preparar su obra Misericordia (1897), tuvo que visitar y observar estos ásperos lugares en numerosas ocasiones. Así recordaba estas incursiones:
«Me propuse descender a las capas ínfimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humildes, la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia viciosa, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de corrección. Para esto hube de emplear largos meses en observaciones y estudios directos del natural, visitando las guaridas de gente mísera o maleante que se alberga en los populosos barrios del sur de Madrid. [...] El afán de estudiarla intensamente me llevó al barrio de las Injurias, polvoriento y desolado. En sus miserables casuchas, cercanas a la Fábrica de Gas, se alberga la pobretería más lastimosa. Desde allí, me lancé a las Cambroneras, donde tiene su asiento la población gitanesca, compuesta de personas y borricos en divertida sociedad, no exenta de peligros para el visitante».
En esta imagen de principios de 1916 vemos un retrato más de aquella miseria y pobreza. Las colas que se formaban en la tienda-asilo del puente de Toledo, donde a diario madres acudían con los más pequeños en busca de alimento y caridad. Todos ellos, tras el paso de las autoridades, parecen recibir algún tipo de papeleta que más adelante cambiarían por un reconfortante plato de comida caliente.