Algo de mágico tiene el sorteo de Lotería de Navidad que nadie se lo quiere perder. Aunque sea de fondo en la radio o en la televisión, siempre estamos pendientes de él. A comienzos del siglo pasado era una cita tan notable que a la gente no le importaba pasar la noche a la fría intemperie con tal de conseguir un asiento para poder seguirlo en primera persona. Como muestra, un botón, o, mejor dicho, una fotografía. En ella vemos a un nutrido grupo de gente —todos hombres— calentarse en torno a una fogata en plena madrugada mientras aguardaban a que abriesen las puertas de la Casa de la Moneda, donde por entonces se llevaba a cabo el sorteo. Un calor que seguramente hacía mucho más llevadera la espera.